viernes, 27 de febrero de 2015

Supongamos

Supongamos que ya no te quiero, y que empiezo a quererme a mi, en el caso de que sepa como se hace eso. Supongamos que dejo de intentar hacer tu vida más bonita y empiezo a preocuparme por arreglar la mia. Supongamos por un momento que me lo creo e intento ser feliz.

Si me creyera lo que digo me resultaría igual de fácil olvidarte que decirle a una amiga "olvida a ese tio que no te merece". Y es curioso como siempre tenemos las palabras correctas para los demás y nunca nos las aplicamos a nosotros mismos. Es tan fácil ver como una amiga está perdiendo su tiempo con el gilipollas de turno y decirle que no lo permita, que ella vale mucho más y que pase página. Sin embargo, ahí estás tú enamorada como una imbécil por alguien que nunca va a darte lo que te mereces. Y vuelves a rogar ser su elegida, y te entregas, o más bien te regalas, al 100%.

Las personas que tenemos tendencia a estamparnos contra un muro no solemos querernos. No sabemos que nosotras somos las que tenemos que elegir y no ser siempre la elegida, la ganadora del premio, premio que acaba siendo una pesadilla. Nos conformamos y nos autoconvencemos diciendo esta vez sí, esta vez no me estoy equivocando. Pero en el fondo sabemos que volvemos a querernos mal.

Supongo que debemos suponer que algún día aparecerá la persona correcta cuando menos lo esperemos, porque se supone que las cosas buenas tardan un poco más en llegar, pero el día que llegan lo hacen para quedarse.

Y ahora por suponer, supongamos que vuelvo a leer todo esto y empiezo a darme cuenta que estoy dejando pasar mi vida sin quererme tan sólo un poquito, y suponiendo que en el fondo tú me quieres.
¿Sabes lo que también supongo?
Que nunca lo hiciste.

viernes, 20 de febrero de 2015

Tenemos derecho a equivocarnos

Supongo que en la vida aprendemos a base de equivocarnos. Nos equivocamos una y mil veces con la persona de la que nos enamoramos, nos equivocamos con las amistades aunque tardes años en darte cuenta, y sobre todo, nos equivocamos con hacernos promesas que sabemos que vamos a inclumplir. Como esa que me repito a diario de no volver a echarte de menos.

Creo que tenemos derecho a equivocarnos, incluso varias veces. Ir y volver, confiar en quien sabes que no lo merece, enamorarse dos veces de la misma persona. Tenemos derecho a hacerlo, aunque una y mil veces nos digan que lo estamos haciendo mal, que vamos a terminar llorando, hay que equivocarse para darse cuenta por uno mismo que a veces nos empeñamos en algo imposible.

Tenemos miedo a equivocarnos, miedo a arriesgar y volver a terminar igual que la vez anterior que decidiste dejar de ser tú para ser él, miedo a volver a sentirte solo ante un nuevo cambio en tu vida. Creo que hay que equivocarse, cagarla mucho y a menudo, pero nunca hay que dejar de hacer algo por miedo a lo que pueda ser porque en un futuro tendrás que preguntarte ¿y si...?

Personalmente me equivoco demasiado, sobre todo en el terreno amoroso, creo que me he equivocado todas las veces que lo he intentado, pero he aprendido que en cierta manera el problema es la falta de amor propio, ese que deberiamos cuidar más que ningún otro y que tan olvidado tenemos.
Y estoy convencida de que volveré a equivocarme, porque a veces parezco un error andante y no dejo de hacerme daño.

Pero tengo todo el derecho del mundo,y creéme, contigo me equivocaría una tercera vez.